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La dedicatoria más conmovedora que alguna vez haya leído

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Me refiero a una dedicatoria que no ocupa ni siquiera media cuartilla; no obstante, me conmovió a tal punto, que hoy sale a relucir por acá. Se encuentra en el primer libro de la serie Crónicas de Narnia, publicado en 1950. Pero antes de que la lean, permítanme decirles algo acerca de su autor y cómo llegué a conocerlo.  Sería en 1985, cuando mi pastor,  Néstor   Alejandro Blanco nos   recomendó algunos libros que versaban sobre la vida de Fe, entre ellos, uno que devoré como un hambriento y que no he dejado de C.S. Lewis consultar:  Cristianismo y nada más , versión castellana de la editorial Caribe, referido a la esencialidad del mensaje de Jesús, limpio de radicalismos, ortodoxias , e interpretaciones torcidas y hasta contumace s , para brillar como la gema entre las joyas que en realidad es.  Por años creí que el autor era solo un ensayista de excepción. Hasta que un diciembre, veo el poste de la película El León, la Bruja y el ropero y debajo

Carmen Miranda, la mujer espectáculo, el otro nombre de Brasil

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En 1939, el trasatlántico Uruguay atracaba en un o de los muelles de Nueva York, mientras los periodistas esperaban para  entrevistar a una de las pasajeras. Se trataba  de María do Carmo Miranda da Cunha , para nosotros solo "Carmen Miranda" (1909-1955) joven portuguesa cuya familia se trasladó a Brasil cuando ella tenía un año de edad. Sus inquietudes artísticas debió tenérselas a resguardo debido a lo conservadora de su familia, colegio de monjas mediante. Luego trabajó en una tienda haciendo sombreros, hasta que ella misma puso su propio negocio de confección. Cantaba tangos  en algunas fiestas, para poder pagar el tratamiento de su hermana Olinda quien padecía tuberculosis. Fue descubierta por un productor y pasó a cantar samba, música surgida de las entrañas étnicas de las favelas, género que había aparecido en el cine en Volando a Río 1933. con la pieza La carioca . Vale acotar que la administración de Getulio Vargas , en su in

La aspiradora del sistema solar y algo acerca de Juno

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Júpiter, observado desde el sobrevuelo de una de sus lunas El hecho de que un planeta llene la cantidad de variables para que en él pueda surgir la vida  — orgánica o sílica, si ese fuese el caso —  es algo muy difícil, pero a eso hay que añadirle cierta estabilidad temporal que solo se logra si existe algo en su adyacencia astronómica, lo suficientemente alejado como para evitar ser tragado por él, pero a la vez, que ejerza una fuerza gravitacional tan poderosa,  que pueda desviar cualquier objeto que amenace colisionar con el planeta vital. La vida, y más aun la vida inteligente, no hubiese existido si ese planeta gigante no existiera. Se trata de Júpiter, una formidable aspiradora en el sistema solar. Esa enormidad, que semeja una bola de billar listada con una atmósfera tan densa como aceite batido, es el gran objeto al que nos  referimos.     Es interesante indicar, que sólo su característica mancha roja, que no es otra cosa que el ojo de un form

Tender Mercies / a la esencia del country

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  Soy de los creyentes a pie juntillas de que detrás de una buena canción hay una historia aun mejor. Debe ser por eso que suelo perseguir esas películas que tienen como tema la vida de los músicos. Y precisamente hoy hablaremos de este film de 1983 que fue traducido para el público de España como   Gracia y favores    y para Latinoamérica como El precio de la felicidad . Se trata de un personaje ficcticio pero demasiado familiar, Mac  Sledge , intérprete y compositor de folk del sur y Medio Oeste, que tenía la virtud de poner sus canciones en el número uno de las emisoras locales -precisamente de esos lugares del sur estadounidense que siempre hemos idealizado- pero que a causa del alcohol, perdió su carrera y su familia. Un cantante acabado pero que todavía está en la nostalgia de mucha gente. Así que este hombre venido a menos, llega a la condición (adquirida y deliberada) de refugiarse en el anonimato, con el añadido de tener que relegar su orgull